Por qué Historias con Lupa

Si uno le pone una lupa a una tela aparentemente lisa descubre nudos impensados, hilos desparejos antes imperceptibles. Lo mismo pasa con la Historia. Cuando uno la mira con una lente inquisitiva, aparecen las vidas privadas, las mezquindades y los heroísmos y, en el fondo silencioso, los deseos, esos que explican de verdad las conductas. Esto queremos aquí: mostrar las historias con minúscula, los hilos imperfectos pero espléndidos que forman el tejido de la Historia con mayúscula.

Pero hay también otro modo. Una historia, esta vez de lo más íntimo, el cuerpo, escrita con imágenes. Para eso hay que ir a www.imagenesdelcuerpo.blogspot.com.

sábado, 30 de abril de 2011

Como moscas

Si uno se suscribe, apenas enciende el iPhone aparece un mapita que indica en tiempo real dónde están las personas incluidas en la lista de contactos; esposos, amantes o lo que fuere. Ahora parece que las corporaciones informáticas tienen esos datos quiéralo uno o no. No hay vida privada que aguante.
También somos rastreados por las cámaras de seguridad que hay en las calles, en los bancos, en las oficinas. Hasta cuando pasamos nuestra tarjeta monedero en el subte alguien sabe dónde estamos y qué estamos haciendo.
“Ya nunca volveremos a estar solos”, dijo alguien. No es así.
En el Buenos Aires antiguo sí que la experiencia de la soledad era imposible. Uno convivía con padres, hijos, tíos, primos. Hoy las redes del parentesco no son relevantes. Lo que cuenta son otras redes, invisibles.
No es que nunca volveremos a estar solos. Lo que pasa es que nunca volveremos a pasar desapercibidos.  Estaremos geolocalizados constantemente. Pendemos de las telearañas informáticas como moscas enloquecidas.