Por qué Historias con Lupa

Si uno le pone una lupa a una tela aparentemente lisa descubre nudos impensados, hilos desparejos antes imperceptibles. Lo mismo pasa con la Historia. Cuando uno la mira con una lente inquisitiva, aparecen las vidas privadas, las mezquindades y los heroísmos y, en el fondo silencioso, los deseos, esos que explican de verdad las conductas. Esto queremos aquí: mostrar las historias con minúscula, los hilos imperfectos pero espléndidos que forman el tejido de la Historia con mayúscula.

Pero hay también otro modo. Una historia, esta vez de lo más íntimo, el cuerpo, escrita con imágenes. Para eso hay que ir a www.imagenesdelcuerpo.blogspot.com.

viernes, 28 de octubre de 2011

Saquen una hoja

Una escuela sancionó a una alumna de tercer año que usó su celular en horas de clase para subir a Facebook la foto que acababa de tomar a una compañera. La punición consistió en quitarle su condición de abanderada y exigirle una composición sobre el “uso y mal uso de los medios de comunicación”.
Los padres no aceptaron la sanción. Y llevaron el caso a tribunales. Por suerte, porque otros progenitores muelen a palos a los docentes que osan contradecir a sus hijos.
Antes, “la señorita” era un personaje ilustre de los barrios, no menos insigne que “el doctor”. Ya no es así. La escuela no es más (o lo es cada vez menos) el lugar donde ocurre la socialización secundaria, aquel proceso en que los chicos internalizaban valores y normas congruentes con la socialización primaria que se daba en la familia.
Hay, desde hace tiempo, un conflicto de largo aliento. Lo que no es malo en sí mismo. Pero ¿dónde se da la socialización secundaria? ¿En el programa de Tinelli?

miércoles, 26 de octubre de 2011

Imágenes del cuerpo. La espalda de Olga Zubarry

El ángel desnudo, Carlos Hugo Christiansen, 1946
¿Adónde vamos a parar? La señora estaba indignada. Esa noche había ido al estreno de El ángel desnudo. Olga Zubarry, que apenas tenía 17 años, se desnudaba en la pantalla. Es decir, la cámara hacía un plano medio corto (no más allá de los hombros), quitándose el tapado. La lente rotaba y mostraba el primer plano del ruin de Guillermo Battaglia mirándola con codicia. Otro plano más largo dejaba ver la espalda desnuda hasta la cintura. Adónde vamos a parar.
Hace poco, cuando una señorita hizo el primer desnudo frontal ante las cámaras de televisión, el conductor dijo: “Hasta acá llego”. Mentira, el límite se correrá una y otra vez. Nada quedará librado a la imaginación. Ésta es la lógica mediática: un erotismo falso.
Lo erótico y lo obsceno no se diferencian en provocar la excitación sexual, sino en la función creadora del erotismo. Ya lo decía Platón, lo erótico libera el amor. Lo obsceno es onanista, circular, infecundo.
La diferencia entre lo erótico y lo obsceno es evidente. Basta mirar el fragmento en que Olga Zubarry se desnuda. Todo está en la mirada de Guillermo Battaglia. http://www.youtube.com/watch?v=z83fbQ5yRlw

domingo, 23 de octubre de 2011

Identidad

No fueron muchos, pero en estos comicios presidencial unos cuantos presentaron la Libreta de Enrolamiento para votar. Vale la pena hojearla.
“El ciudadano que deba enrolarse –dice la ley de Enrolamiento de 1926- llevará su fotografía, hecha en papel al bromuro (sic), tomada de tres cuartos de perfil, sólo el busto y sin sombrero (sic)”. De modo que ahí está la foto del enrolado: tres cuartos de perfil y, desde ya, firmada por un coronel del distrito militar.
En la segunda página, la filiación. Se deja ver la herencia de aquel oscuro escribiente de la Prefectura de Policía de París, Alphonse Bertillon, que se desvivía por los cráneos. El hombre creía que los delincuentes eran fácilmente detectables por la arquitectura craneal y otros rasgos.
La segunda página de la Libreta de Enrolamiento muestra algunos de esos rasgos. Había que tachar las opciones que no correspondían: el color de la piel (blanca-trigueña-negra, significativamente no amarilla), los ojos (azules-verdosos-pardos-negros y chicos-medianos-grandes), la nariz (recta-aguileña-deprimida [¿?]-torcida y chica-mediana-grande) y la talla.
Cuentan que el bueno de Bertillon dividía las tallas en 3 categorías y las narices en otras 3, con lo que obtenía un sistema de 9 clases infalible a la hora de controlar a la gente. Eso, más la “impresión dígito pulgar derecho o izquierdo a falta de aquél” (¿y si faltaban los dos?) instaurada por Juan Vucetich en 1904, termina por identificar a cualquiera.
La Libreta de Enrolamiento es un anacronismo en estos tiempos en que la AFIP registra antropométricamente a los ciudadanos digitalizando la foto, la firma y la huella dactilar. O que, sencillamente, uno es el fantasma rastreable de su celular.