Aurelia Vélez Sarsfield |
“Te amo con todas las timideces de una niña, y con toda la pasión de que es capaz una mujer. Te amo como no he amado nunca, como no creí que era posible amar. He aceptado tu amor porque estoy segura de merecerlo”. La carta no tiene firma, ni destinatario, ni fecha (acaso enero de 1862). Pero nadie duda que la escribió Aurelia, la hija de Dalmacio Vélez Sarsfield, a su bien amado Domingo Faustino. El tono, ese tuteo íntimo en una época en que el usted ponía distancias, el estilo. No podía ser otra que Aurelia.
Un mal día, Dominguito interceptó una carta del padre que no decía Aurelia, sino un señuelo cualquiera para que no cayera en manos de la esposa, el nombre de una vieja que no sabía ni leer ni escribir. Pero cayó, nomás. A Benita se la llevaban los vientos.
Hubo desde entonces muchos océanos que separaban y otros tantos puentes. Una de aquellas veces fue cuando Aurelia le pidió que, siendo casada aunque divorciada, su pasión declinara en amistad. “Desde hoy soy viejo”, le contestó Sarmiento.