Por qué Historias con Lupa

Si uno le pone una lupa a una tela aparentemente lisa descubre nudos impensados, hilos desparejos antes imperceptibles. Lo mismo pasa con la Historia. Cuando uno la mira con una lente inquisitiva, aparecen las vidas privadas, las mezquindades y los heroísmos y, en el fondo silencioso, los deseos, esos que explican de verdad las conductas. Esto queremos aquí: mostrar las historias con minúscula, los hilos imperfectos pero espléndidos que forman el tejido de la Historia con mayúscula.

Pero hay también otro modo. Una historia, esta vez de lo más íntimo, el cuerpo, escrita con imágenes. Para eso hay que ir a www.imagenesdelcuerpo.blogspot.com.

miércoles, 17 de mayo de 2023

La tierra medida

Al principio, los llamaron Pilotos, Cosmógrafos, Mensuradores, Geómetras, Medidores de Tierras, Topógrafos. Practicaban el arte de medir la tierra y establecer límites.

Después, la práctica se convirtió en una disciplina. Era una necesidad provocada por el aumento del valor económico de la tierra o, si se quiere, el requerimiento de una disciplina del nuevo modo de la acumulación capitalista en los años posrevolucionarios.

En 1824, ya había una comisión para “crear un método de mensurar tierras y establecimiento de reglas precisas para proceder a amojonamiento y demarcación de tierras”. Era la antesala de la profesión de Agrimensores, que serían reconocidos por la flamante UBA rivadaviana.

El Estado hizo mucho por ellos. En 1826, Bernardino Rivadavia creó la enfiteusis, la cesión de tierras públicas a cambio de un pago anual irrisorio.  Y, en 1830, Juan Manuel de Rosas lanzó su Campaña al Desierto.

Había que delimitar los campos concesionados a los amigos. Y amojonar las leguas que se sumaban a la frontera agropecuaria. Los agrimensores estaban de parabienes.

Al menos lo estaba el fabuloso Ambroise Cramer, el francés que dejó a Napoleón para pelear con San Martín y terminó muriendo tristemente a orillas de la laguna de Chascomús. Y también Felipe de Senillosa, el español que construyó un vasto imperio más allá del Salado, detrás del cual habían vivido los indios. Ambos habían sido topógrafos de las huestes napoleónicas. Y bien habrían podido decir que la agrimensura les había permitido conocer al dedillo las tierras pampeanas de las que se apropiarían.

Mariano Moreno (hijo) conoció muy bien a Senillosa en la UBA. Consiguió allí su título de agrimensor, pero no tuvo las oportunidades del español que se apropió vorazmente de la extensión de la frontera. Al contrario, el rosismo siempre se le mostró adverso. Lo cesantearon de su empleo en la Biblioteca y, más tarde, lo metieron preso. Mensuró algunas tierras, pero ninguna para sí.