Se ve que no pasan muchos carruajes porque hace su oficio en plena calle. Debe ser el centro de la ciudad por el empedrado y las veredas regulares. Casas bajas con rejas. Buenos Aires sigue siendo una ciudad colonial.
En una vereda, un perrito se apura, quién sabe por qué. En la otra, una señora de vestido largo sube a un carruaje de alquiler conducido por su cochero con bombín.
Una imagen de normalidad en la gran aldea.
Pero es 1870. La fiebre amarilla se está incubando.