23 de diciembre
Querido Papá Noel…
Por suerte, Mamá me deja escribir con birome, algo que está terminantemente prohibido en la escuela porque, se supone, hace “fea letra”. De manera que:
Querido Papá Noel…
Ahí van los deseos más desmesurados: una bici como la del pibe de la vuelta, un rifle de aire comprimido…
Mamá me va a llevar a gatichaves para que le entregue la carta en mano al mismísimo Papá Noel.
A la mañana siguiente, vamos. Pantalón corto (los largos llegarán recién a los doce), camisa blanca y corbatita corta. Entramos a un hall gigantesco bajo una cúpula de vitraux. Pisos de roble de Eslavonia cubiertos con alfombras.
Gatichaves tiene ocho pisos. Tomamos el ascensor. El ascensorista lleva una chaqueta verde con dos hileras de botones. Maneja la puerta con la mano sin sacarla cuando el ascensor asciende.
En cada piso anuncia el departamento: -¡¡Menaje, alfombras, tapiceríaaa!!
Finalmente, llega el piso de los chicos. Hay maniquíes niños de yeso con una sonrisa inmóvil, siniestra. Y miles de juguetes. Soldaditos de plomo, cartucheras de convoy, ferrocarriles de lata, arco y flecha con punta de sopapa...
-Vamos, vamos que hay mucha gente.
Hay una larguísima cola de mamás con chicos excitados de la mano. En el fondo, con un reno de cartapesta al costado, Papá Noel. Suda a mares con su traje rojo y su barba blanca. Hace horas que está ahí. Debe estar cansado, se le nota en las ojeras. Pero nadie lo mira a los ojos, para no desilusionarse.
-¿Cómo te llamás?
No siempre entiende el nombre, pero recibe la cartita todo lo afablemente que puede. Golpecito en la cabeza infantil y a otra cosa. Una señorita cuida que los niños desfilen de prisa.
Me toca a mí.
-¿Cómo te llamás?
Sin decir palabra, extiendo el brazo para darle la carta que Mamá llevaba en la cartera. Me toca la cabeza rapada y con flequillo. Y eso es todo.
Hubiera querido preguntarle cómo era el Polo Norte, pero no pude. Esa sensación de impotencia me ocurriría muchas veces a lo largo de la vida.
No hubo bici, ni rifle de aire comprimido. Pero en la medianoche del 24, como siempre, Mamá perfumó el aire con su propio perfume.