Por qué Historias con Lupa

Si uno le pone una lupa a una tela aparentemente lisa descubre nudos impensados, hilos desparejos antes imperceptibles. Lo mismo pasa con la Historia. Cuando uno la mira con una lente inquisitiva, aparecen las vidas privadas, las mezquindades y los heroísmos y, en el fondo silencioso, los deseos, esos que explican de verdad las conductas. Esto queremos aquí: mostrar las historias con minúscula, los hilos imperfectos pero espléndidos que forman el tejido de la Historia con mayúscula.

Pero hay también otro modo. Una historia, esta vez de lo más íntimo, el cuerpo, escrita con imágenes. Para eso hay que ir a www.imagenesdelcuerpo.blogspot.com.

jueves, 2 de junio de 2011

Realidad punto com

Se conocieron a través de una red social. Sabían poco el uno del otro, apenas el perfil seguramente engañoso que habían ingresado a sus cuentas. Ella sola, aburrida de 10 a 19 en una zapatería del barrio de Agronomía, pisando los 40. El domingo lo invitó por primera vez a la casa.
Antes de ayer encontraron el cuerpo descosido por ocho puñaladas, chamuscado torpemente con alcohol de quemar.
Cada vez más nuestros cuerpos son virtuales. Flotan en Facebook, Twitter, los correos electrónicos. Van y vienen blandos, fluidos porque fueron hechos para nadar en el ciberespacio. No para otra cosa. En cuanto algún internauta intenta cambiar los códigos de la virtualidad se encuentra con los cuerpos duros, a veces crueles, de la realidad.

lunes, 30 de mayo de 2011

El relato del relato

Daniel Santoro, "La infancia de los próceres"
(acrílico, 30x35)

Nunca le pregunté a Daniel Santoro el sentido de la tapa que hizo para La infancia de los próceres (Biblos, 2004). Simplemente le conté que me interesó escribir sobre el imaginario social de la época en que esos hombres notables fueron chicos porque fue contra esa formación que habrían de levantar la revolución. Y Santoro lo relató en imágenes.
Los próceres no están. Sólo están en las cabecitas de fósforo de esos escolares que caen como campanitas con los guardapolvos inflados de cielo. Pasan de largo el basamento de un monumento oficial vacío. Es porque en la historia oficial esos hombres de sueños y de huesos no tienen lugar.