Es un cuerpo en cierne. Los espermatozoides asedian
heroicamente el óvulo. Uno de ellos lo fecundará después de haber degradado la
barrera ovular con la ayuda de sus pares. El óvulo espera, envuelto en su capa
pelúcida. En algún momento los genes de ambos se combinarán y se formará el
embrión de lo que vendrá.
Es una epopeya de fluidos,
células y membranas. Pero una epopeya insonora.
Hasta ahora, porque en lo
sucesivo se podrán oír nítidamente esas hazañas; el rumor de los líquidos, los
movimientos del útero, las oscilaciones de las hormonas.
Físicos de la Universidad
de München desarrollaron un dispositivo auditivo que registra vibraciones acústicas de hasta -60 decibeles. Se podría
escuchar un sonido un millón de veces menor que el ruido más ínfimo que pudiera
detectar el oído de un hombre.
Tal vez, entonces, alguna
vez alguien oirá el triunfo del espermatozoide, los suspiros del embrión cuando
hace nido en el útero. ¿Hay, acaso, una historia más privada, más íntima?