Por qué Historias con Lupa

Si uno le pone una lupa a una tela aparentemente lisa descubre nudos impensados, hilos desparejos antes imperceptibles. Lo mismo pasa con la Historia. Cuando uno la mira con una lente inquisitiva, aparecen las vidas privadas, las mezquindades y los heroísmos y, en el fondo silencioso, los deseos, esos que explican de verdad las conductas. Esto queremos aquí: mostrar las historias con minúscula, los hilos imperfectos pero espléndidos que forman el tejido de la Historia con mayúscula.

Pero hay también otro modo. Una historia, esta vez de lo más íntimo, el cuerpo, escrita con imágenes. Para eso hay que ir a www.imagenesdelcuerpo.blogspot.com.

viernes, 20 de abril de 2012

Una manca historia de amor

Magdalena Pueyrredón Ituarte, 
Prilidiano Pueyrredón, 1851

La vieja vivió casi cien años. María Florentina Silvia Ituarte Pueyrredón (1801/1905) sobrevivió largamente a su sobrino Prilidiano Pueyrredón (1823/1870) y aún a su hija Magdalena Pueyrredón Ituarte (1826/1902). No es solamente que tuviera el cuero duro. Lo malo es que era obstinada como una mula.
Que lo diga si no Prilidiano, el hijo del que fue director supremo, que una tarde de San Isidro se enamoró perdidamente de su prima segunda, Magdalena. Dianito (así lo llamaban, por Prilidianito) corrió a pedir su mano a doña María Florentina. No. Y que no. No había manera de quebrar el no. Y, de postre, la niña acató obedientemente la negativa materna.
Dianito hizo el retrato de su amada acaso como un modo de clavarla en la memoria de la tela. Ahora el cuadro está sobre el piano, en San Isidro, en la quinta Pueyrredón. Magdalena mira, los grandes ojos abiertos. La seda negra cubre los muchos corpiños que se usaban en la época. La cintura es un alarde de fajas ceñidas. Eso sí, Prilidiano se rehusó a pintar la mano que le fue negada.