“Y Dios creó el hombre a su imagen, lo creó a imagen de
Dios”. Hacemos los dioses a nuestra imagen y semejanza. Y después decimos que
nos parecemos a ellos.
Mirarse en el espejo de Dios y ver nuestro propio rostro.
Qué petulancia. Tenía razón Nietzche: “Todo lo que es profundo gusta de
enmascararse, y las cosas más profundas odian la imagen y la semejanza”. Tal
vez Dios quisiera una máscara.