Por qué Historias con Lupa

Si uno le pone una lupa a una tela aparentemente lisa descubre nudos impensados, hilos desparejos antes imperceptibles. Lo mismo pasa con la Historia. Cuando uno la mira con una lente inquisitiva, aparecen las vidas privadas, las mezquindades y los heroísmos y, en el fondo silencioso, los deseos, esos que explican de verdad las conductas. Esto queremos aquí: mostrar las historias con minúscula, los hilos imperfectos pero espléndidos que forman el tejido de la Historia con mayúscula.

Pero hay también otro modo. Una historia, esta vez de lo más íntimo, el cuerpo, escrita con imágenes. Para eso hay que ir a www.imagenesdelcuerpo.blogspot.com.

viernes, 18 de noviembre de 2011

El exorcista

A mediados del siglo XVIII, el jesuita Pedro Lozano decía que el diablo husmeaba por el Tucumán. “Hay todavía no pocos que después de haber abrazado la ley de Cristo profesan estrecha familiaridad con el demonio, con cuyo magisterio salen eminentes en el arte mágico”. Pocos después, la india santiagueña Lorenza era acusada de salamancas con el Zupay, el nombre que por allá tenía Mandinga. La Lorenza no fue la única. A Juana Pasteles los exorcismos no la salvaron de la pena de muerte por bruja.
Doscientos cincuenta años después, estos asuntos parecen baladíes. No lo son.
Hace pocos días, el teólogo y exorcista Paul-Marie de Mauroy dio una charla en Paraná sobre el edificante tema “Cómo actúa el demonio y cómo protegernos de él”. Allí denunció que el reiki (la sanación por imposición de las manos) y la homeopatía son obras del demonio. Todo lo que es terapia energética es fruto de fuerzas ocultas, dijo.
El padre es presidente de la Asociación Internacional por la Liberación, que combate los malos espíritus. La Asociación tiene un sitio que se llama… vade-retro.fr.
El demonio parecía cosa del pasado. Pero no. Como advirtió Roger Caillois, “rechazad el Infierno, vuelve al galope”. Por las dudas: Crux Sancta sit mihi lux, non draco sit mihi dux. Vade retro Satana. Y tóquese el izquierdo.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Imágenes del cuerpo. La disolución de la carne

Estudio según el retrato del Papa Inocencio X de Velázquez
Francis Bacon, 1953, Desmoines Art Center

Lo que tiene la carne es que se pudre. Aun esta carne que reverbera en el oro o en la gloria. Se pudre.
Francis Bacon se permite la ironía de retratar el retrato del Papa Inocencio X de Velázquez. Los mismos ojos crueles, los mismos labios amargos, la misma púrpura pintadas por el sevillano están allí, disolviéndose.
Milan Kundera se pregunta cómo puede parecerse una imagen a un modelo del que es, programáticamente, una distorsión. Quién sabe. Pero se parecen. El Inocencio altivo de Velázquez es esta misma mueca desgarrada. Cuando uno se da cuenta de la semejanza, le corre un escalofrío por la espalda. Porque el parecido está allí: en la carne perecedera.
El cuerpo que representa Bacon no es el cuerpo del goce. Es el cuerpo que regresa inevitablemente a la animalidad, que siempre está regresando. La carne se deshilacha definitivamente después de la muerte. Pero se está deshilachando antes. Por eso ese grito.
Tenía razón Deleuze: las figuras desfiguradas de Bacon son las que mejor representan el hombre del siglo XX.