A mediados del siglo XVIII, el jesuita Pedro Lozano decía que el diablo husmeaba por el Tucumán. “Hay todavía no pocos que después de haber abrazado la ley de Cristo profesan estrecha familiaridad con el demonio, con cuyo magisterio salen eminentes en el arte mágico”. Pocos después, la india santiagueña Lorenza era acusada de salamancas con el Zupay, el nombre que por allá tenía Mandinga. La Lorenza no fue la única. A Juana Pasteles los exorcismos no la salvaron de la pena de muerte por bruja.
Doscientos cincuenta años después, estos asuntos parecen baladíes. No lo son.
Hace pocos días, el teólogo y exorcista Paul-Marie de Mauroy dio una charla en Paraná sobre el edificante tema “Cómo actúa el demonio y cómo protegernos de él”. Allí denunció que el reiki (la sanación por imposición de las manos) y la homeopatía son obras del demonio. Todo lo que es terapia energética es fruto de fuerzas ocultas, dijo.
El padre es presidente de la Asociación Internacional por la Liberación, que combate los malos espíritus. La Asociación tiene un sitio que se llama… vade-retro.fr.
El demonio parecía cosa del pasado. Pero no. Como advirtió Roger Caillois, “rechazad el Infierno, vuelve al galope”. Por las dudas: Crux Sancta sit mihi lux, non draco sit mihi dux. Vade retro Satana. Y tóquese el izquierdo.