Es el 2 de junio de 1788. La iglesia, la de San Francisco. Las campanas al vuelo incomodan al aire.
Los protagonistas: Ana de Azcuénaga (1770/1845) y Antonio Olaguer Feliú (1742/1813), en ese momento Inspector General de las Tropas y más tarde, en 1797, virrey del Reino del Río de la Plata.
Pero hay más. Para empezar, el que oficia la ceremonia: nada menos que el obispo Manuel de Azamor. Casi seguro que le ayudó a ponerse la casulla dorada su secretario travestido, que se hace llamar Antonio de Ita aunque nació María y orina de cuclillas.
Y más aún. El padrino es Francisco de Paula Sanz, de quien se dice que es hijo bastardo de Carlos III y una princesa napolitana, pero son maledicencias. Lo cierto es que, dentro de no tanto, a fines de 1810, Miguel de Azcuénaga, el hermano de Anita, consentirá que lo fusilen en un paredón cualquiera.
Las bodas, cuando son de campanillas, son un enredo de historias ocultas.
* Hubo otras dos: Rafaela de Vera Muxica, que en 1801 casó con Joaquín del Pino, y Juana de Larrazábal, que en 1804 se desposó con el marqués Rafael de Sobremonte.