La primera edición de la novela de Eduardo Gutiérrez, N. Tommasi, editor, 1900 |
Durante mucho tiempo, los que pasaban por la calle del Socorro (Juncal) y Cerrito se persignaban. Algunas viejas se bajaban de la vereda enladrillada. No era para menos, en esa quinta vivía Dominga, la hija natural de Santiago, el hermano maldito de Bernardino Rivadavia y Rivadavia.
La quinta estaba a un tiro de fusil de la costa del Plata, que lamía las toscas húmedas. Y que, un tiempo atrás, mojó la frente mortalmente abierta de Edelmira. Las malas lenguas, que nunca faltan, decían que el golpe lo había asestado su propia madre, Dominga Rivadavia.
La quinta estaba a un tiro de fusil de la costa del Plata, que lamía las toscas húmedas. Y que, un tiempo atrás, mojó la frente mortalmente abierta de Edelmira. Las malas lenguas, que nunca faltan, decían que el golpe lo había asestado su propia madre, Dominga Rivadavia.