Era uno de los 99 abogados de Buenos Aires. Se lo conocía por
la causa que llevó contra el obispo Benito Lué y por el escrito en el que
denunciaba que Bernardino Rivadavia no había terminado ni siquiera el Real
Colegio. Si algo sabía, el doctor Mariano Moreno, era hacerse de enemigos.
Nadie se acuerda de otro caso, sin duda menos resonante,
pero no menos trascendente.
En los últimos días de 1807, Moreno presenta un
manuscrito ante el presidente de la Real Audiencia, el virrey Liniers, a quien
fusilaría tres años después.
El joven abogado pide la venia
para que un tal Juan José Martínez se case con María Estefanía pese a la
oposición de su padre, el escribano Juan Cortés, quien ya le había elegido
esposo.
Estos pleitos son ya moneda
corriente. Desde por lo menos 1804 hay una seguidilla de litigios similares.
Los padres labran sus tramoyas casamenteras sin consultarles. Las niñas se
niegan, reclaman su propio cuerpo. El “no de las niñas” –como se muestra en Ellas en la historia- es un ventarrón
que antecede a los huracanes que se vendrán en 1810.
"Era inevitable que los jóvenes pretendieran recuperar su propio cuerpo". |
Como otros tantos padres, el
escribano se ofende. El nacimiento de la susodicha niña no es “nada vulgar”, las
pretensiones del novio no hacen más que “rebajar su prosapia”. Y contraataca:
que la bisabuela del pretendiente, la Catona, era mulata; que una tía carnal de
la madre tuvo cierta historia morena; que un hijo (mulato) de la Catona le
faltó el respeto por la calle a una señora y patatín y patatán. La intención es
encontrar una tacha, una falta que hiciera imperfecto el linaje de Martínez. Finalmente, con una estocada
maestra, Moreno gana el juicio. Juan José y Estefanía comieron perdices.
Nosotros nos quedamos releyendo esta decidora frase del escrito: “A la sombra de la autoridad de
padre se quiere violentar la libertad de la hija”. Hay derechos que son
naturales, como la libertad nacida con uno. Y no se pueden vulnerar invocando
la desigualdad, la prosapia.
Las palabras (como libertad, como
igualdad) se quieren decir y no se dicen. Esperan la Revolución. Mientras
tanto, se introducen secretamente en escritos judiciales como éste.