Por qué Historias con Lupa

Si uno le pone una lupa a una tela aparentemente lisa descubre nudos impensados, hilos desparejos antes imperceptibles. Lo mismo pasa con la Historia. Cuando uno la mira con una lente inquisitiva, aparecen las vidas privadas, las mezquindades y los heroísmos y, en el fondo silencioso, los deseos, esos que explican de verdad las conductas. Esto queremos aquí: mostrar las historias con minúscula, los hilos imperfectos pero espléndidos que forman el tejido de la Historia con mayúscula.

Pero hay también otro modo. Una historia, esta vez de lo más íntimo, el cuerpo, escrita con imágenes. Para eso hay que ir a www.imagenesdelcuerpo.blogspot.com.

miércoles, 15 de noviembre de 2017

El rostro de los próceres

Martín Miguel de Güemes según Eduardo Schiaffino, 1902
Aquella cara pedía una medalla. Era “un guerrero alto, esbelto, cabellera negra, largos bucles y una barba rizada y brillante”. Así creía recordarlo Juana Manuela Gorriti. Ella misma lo admite: estaba embebecida. De modo que aquel recuerdo de la infancia era, cuanto menos, algo impreciso.  
Sin embargo, esa imagen embellecida convino a los que le buscaron una estampa a Martín Miguel de Güemes. Porque nunca se supo en verdad cómo era aquel héroe. En 1821, cuando la muerte se lo llevó de paseo, no había daguerrotipos. Y en la cañada de la Horqueta no había quien lo retratara. De modo que el guerrero de los largos bucles era, sobre todo, una fantasía de la niña Juana Manuela.
Pero la construcción de la Nación reclamaba panteones. Y un rostro, ese signo del ser de las personas. Entonces le inventaron una cara.
¿Cómo? En base al fenotipo de los Güemes. El sobrino nieto de don Martín era idéntico. Una gota de agua, mire. Al menos eso decían en la familia.
También decían que el primogénito era muy parecido; los mismos ojos. Y ni hablar de la mirada del segundo hijo; esa palidez tan distinguida. Así fue como el pintor compuso a don Martín con la barba del sobrino nieto, los ojos del primogénito y así. 
En 1965, el rompecabezas fue certificado como la imagen oficial. La operación simbólica había sido un éxito. Ahora Martín Miguel de Güemes tenía el rostro que necesitaba.