Puente
Bosch, Riachuelo, 1930. Caras y Caretas.
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El interno 75 de la
línea 105, Juan el tano Vescio, tomó la última curva, esa que anunciaba
el puente levadizo, a toda velocidad.
(Unos minutos
antes, la chata petrolera había tocado la sirena para que el operador del
puente lo levantara. El operador encendió el peligro, porque eso era esa boca abierta sobre
el Riachuelo, un peligro. Chirriando de humedad, el mecanismo se elevó).
La luz roja se le
vino encima. El motorman manoteó la manivela. Estaba trabada por el desgaste.
Se atolondró, en vez de cortar el suministro eléctrico, tironeó de la manivela inútil mientras las ruedas del tranvía ya rodaban locas en el aire. El vagón cayó al agua negra
de noche y de inmundicia.
A las seis de la
mañana del sábado 12 de julio de 1930, el tranvía obrero, así lo llamaban,
iba atestado de laburantes que iban a Constitución. Ellos tampoco veían nada,
las ventanillas estaban empañadas de niebla. De pronto, sintieron como si
bajaran rápidamente en un ascensor. Era la muerte.
“Uno de los cadáveres
extraídos –escribió Raúl González Tuñón en la quinta de Crónica- era un
chiquilín como de catorce años. Obrerito joven, la muerte lo sorprendió
tiritando de frío en un rincón del tranvía. Cuando levantaron ese cuerpecito
liviano, llamó la atención lo abultado de uno de los bolsillos de su saco. Ese
bulto resultó ser un sándwich. Un pan francés abierto en dos, llevando adentro
una milanesa seguramente sobra del día anterior”.
“El [accidente] que más me
marcó (y mirá que son muchos), el que más me marcó fue el de un nene de once
años. Todavía me acuerdo y me agarra una cosa acá [la garganta] y acá [el corazón]”.
Testimonio de un
motorman en Signos asociados al trastorno por estrés postraumático en
maquinistas de trenes del Área Metropolitaba Buenos Aires que participan en
accidentes de arrollamientos de personas o vehículos, Superintendencia de
Riesgos del Trabajo, 2006.
El informe describe la
ansiedad, los disturbios del sueño, la culpa y la depresión que les ocasionan los
múltiples e inevitables arrollamientos. De 201 maquinistas entrevistados, todos
habían tenido al menos un arrollamiento.