Daguerrotipo
del Fuerte de Buenos Aires, circa 1852
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El poder es un vino fuerte, se va a la cabeza. Siempre fue
así. Que lo diga si no Juan José Castelli, la voz de la Revolución.
La anécdota la cuenta Manuel Moreno, el hermano de Mariano,
y ocurrió en el Fuerte (donde hoy está emplazada la Casa de Gobierno) hace exactamente
203 años:
“La primera noche de sesión [de la Junta] estaba amenazando
lluvia. Castelli que iba a pie y preparado contra el tiempo, al montar las
escaleras, vio un soldado, que estaba allí por accidente y sin más examen,
tomándole por ordenanza, le entregó a guardar el capote y paragua que llevaba.
Concluida la sesión mui tarde, bajaba Castelli con [Mariano] Moreno y empezó a
llamar a dicho funcionario a voces repetidas, para recuperar sus prendas, pero
en vano porque el supuesto ordenanza había desaparecido con ellas, y no era
conocido de nadie.
El Dr. Moreno, después de aquel incidente que causó mucho su
risa, decía: Nuestro Castelli es
alinierado, dando a entender que Castelli se parecía a Liniers en cierto
abandono, o ligereza de carácter”.
Cosas de próceres.