Por qué Historias con Lupa

Si uno le pone una lupa a una tela aparentemente lisa descubre nudos impensados, hilos desparejos antes imperceptibles. Lo mismo pasa con la Historia. Cuando uno la mira con una lente inquisitiva, aparecen las vidas privadas, las mezquindades y los heroísmos y, en el fondo silencioso, los deseos, esos que explican de verdad las conductas. Esto queremos aquí: mostrar las historias con minúscula, los hilos imperfectos pero espléndidos que forman el tejido de la Historia con mayúscula.

Pero hay también otro modo. Una historia, esta vez de lo más íntimo, el cuerpo, escrita con imágenes. Para eso hay que ir a www.imagenesdelcuerpo.blogspot.com.

sábado, 27 de abril de 2013

De las almorranas


¿A quién se le ocurre hablar de almorranas (también dichas hemorroides, por eso del flujo de sangre donde no debiera fluir) en el Telégrafo Mercantil, Rural, Político-Económico e Historiográfico que, se supone, debe ser el vero “retrato político-moral del gobierno secular y eclesiástico, antiguo y moderno de la sierra del Perú”? Y, sin embargo, a alguien se le antoja esa letrilla escatológica firmada por un tal “Poeta Médico de las Almorranas”. Es lógico que el detestable autor de este poema, es un decir, no dé la cara. Véase, si no:
              ¿Hasta cuándo traidoras almorranas,
después de quedar sanas
y ya purificadas
volvéis a las andadas?
¿Por qué irritáis con bárbaro perjuicio
la paz del orificio
que, acostumbrado a irse de vareta,
su posesión nadie inquieta,
y en lícitos placeres
hace sus menesteres?
No le deis más tormentos:
dejad que expela, en paz, sus excrementos
Se infringe claramente una norma no escrita de la decencia: el cuerpo no se publica. Mucho menos en el Telégrafo de Su Majestad. El virrey del Pino castiga la osadía: el 17 de octubre de 1802 clausura el pasquín por “procacidad”. Faltaba más.