Por qué Historias con Lupa

Si uno le pone una lupa a una tela aparentemente lisa descubre nudos impensados, hilos desparejos antes imperceptibles. Lo mismo pasa con la Historia. Cuando uno la mira con una lente inquisitiva, aparecen las vidas privadas, las mezquindades y los heroísmos y, en el fondo silencioso, los deseos, esos que explican de verdad las conductas. Esto queremos aquí: mostrar las historias con minúscula, los hilos imperfectos pero espléndidos que forman el tejido de la Historia con mayúscula.

Pero hay también otro modo. Una historia, esta vez de lo más íntimo, el cuerpo, escrita con imágenes. Para eso hay que ir a www.imagenesdelcuerpo.blogspot.com.

sábado, 31 de agosto de 2013

Leonardo y Mariela

Todo empezó poco antes de la feria judicial, allá por diciembre de 1993. Un juez anuló las partidas de nacimiento de tres menores que Mariela Muñoz había criado de chiquitos y anotado a su nombre. Es que Mariela no era Mariela, sino Leonardo.
Nunca se sintió a gusto en su cuerpo de varón. La solución estaba en Chile, donde las intervenciones quirúrgicas eran accesibles. Allá se quitó los genitales masculinos. Acá le quitaron los chicos.
“A mis hijos nunca tuve que mandarlos a pedir –dijo-, siempre salí a buscar el peso para que no les falte nada, y se criaron sin padres, sin madres biológicas. Yo hice los dos roles como cualquier mujer o varón que se queda viudo o se separa”.
Hacía casi una década que el criterio bipolar masculino/femenino se había tambaleado con el régimen de patria potestad compartida. Pero la justicia atrasaba. Inesperadamente, la sociedad no. Cuando Mariela apareció en todos los medios pidiendo siquiera un régimen de visitas, la gente se puso de su lado.
Finalmente, los chicos volvieron a su hogar. Y, en 1997, le dieron un nuevo documento en el que cambió el Leonardo por Mariela, su nombre de verdad. 
En 2010, se sancionó el matrimonio igualitario y se modificaron las pautas de adopción. La brecha abierta por Mariela se había hecho camino.