Por qué Historias con Lupa

Si uno le pone una lupa a una tela aparentemente lisa descubre nudos impensados, hilos desparejos antes imperceptibles. Lo mismo pasa con la Historia. Cuando uno la mira con una lente inquisitiva, aparecen las vidas privadas, las mezquindades y los heroísmos y, en el fondo silencioso, los deseos, esos que explican de verdad las conductas. Esto queremos aquí: mostrar las historias con minúscula, los hilos imperfectos pero espléndidos que forman el tejido de la Historia con mayúscula.

Pero hay también otro modo. Una historia, esta vez de lo más íntimo, el cuerpo, escrita con imágenes. Para eso hay que ir a www.imagenesdelcuerpo.blogspot.com.

sábado, 10 de noviembre de 2012

Ver pero no mirar

Hombre orinando, Rembrandt 
Harmensz van Rijn, 1631

Un hombre de una pequeña aldea del ducado de Anjou, en el valle del Loire, al oeste de Francia, demandó judicialmente a Google por fotografiarlo mientras orinaba en el jardín de su casa. Alegó que se había convertido en el hazmerreír de la comunidad y quiso ser resarcido por las burlas y las mofas de sus vecinos.
Es lógico, uno es civilizado precisamente porque oculta sus necesidades. Eso es lo que enseña Norbert Elías al descubrir que el proceso de civilización es, ni más ni menos, que la historia del pudor y la represión de las pulsiones. Un antiquísimo catecismo enseñaba que nadie debe realizar sus necesidades naturales de un modo poco caballeresco, esto es, desvergonzado y sin recato…
Y, si uno no tiene más remedio que presenciar estas desvergüenzas, más vale no mirar. Cuando se pase al lado de una persona que está satisfaciendo una necesidad natural –prescribe la “Éthique galante” de 1731-, se hace como que no se ve y, por consecuencia, saludarlo es contrario a la cortesía. He aquí la clave.
La civilización indica que uno debe ver, pero no mirar, lo que no está bien. Mirar lo que no es conveniente (mirar a un desprevenido ciudadano cuando orina y, peor aun, subirlo al ciberespacio) es romper una norma profundamente arraigada. Si uno ve, hay que desviar los ojos, hacer como que no ve. ¿O nunca apartamos la mirada al pasar por un nocturno zaguán pasional?