Prostituta, Ernest James Bellocq, 1912 |
Un verano de 1877, el juez de paz de la parroquia de
San Nicolás recibió una denuncia a propósito de una pupila de una casa de tolerancia
en la parroquia de San Nicolás. Los honorables funcionarios de aquella época,
como se sabe, hicieron todo lo posible para normalizar
la prostitución, la que juzgaban un mal necesario. De modo que prontamente fue
despachado un médico al prostíbulo. José Luis Scarsi encontró el informe del
galeno:
La expresada prostituta,
Lola Martínez, de veintiún años de edad (aunque en realidad debe tener más
edad), natural de España, entró a la casa el quince de junio del pasado año de
1876, hallándose anotada en el respectivo libro bajo el número trece, se
encuentra en un estado bastante alarmante, porque su delicado organismo, y con
esa vida licenciosa, hace temer muy fundadamente que terminará, tal vez en breve tiempo, por una tisis
pulmonar, ya incipiente, ó, en otros términos, de una tuberculosis.
Es pues, de urgente
necesidad que cambie de vida, debiendo, sin pérdida de tiempo, salir al campo
para que con el aire oxigenado y una buena, como nutritiva alimentación, pueda
cambiar su delicada constitución y recuperar las fuerzas vitales que cada día
va perdiendo notablemente. Hace ya algún tiempo, que el infrascrito indicó a
dicha prostituta, la urgentísima necesidad de cambiar de vida, porque do lo
contrario, su organismo iría cada día deteriorándose notablemente, poniendo en
gravísimo peligro su existencia.
Lola no volvió a
aparecer en los registros municipales.