“No basta con el intercambio de palabras o mensajes cargados de erotismo y de fantasías entre dos polos de comunicación de la red, pues la infidelidad virtual, en tanto no pase a 3D, no llega a consumar el encuentro carnal que configuraría el adulterio”. La Justicia no cree que los e-mails eróticos sean una prueba de infidelidad. Necesita tocar lo real y lo carnal. La tercera dimensión, como reza la sentencia.
Esto ocurre cuando es evidente que la configuración biológica del cuerpo está siendo cada vez más relegada por la cibernética. Cuando el cuerpo es, antes que mera extensión carnal, una extensión-red. Cuando el cuerpo es un peso y una altura, pero también es su conectividad.
Más allá de estas especulaciones, ¿usted qué pensaría que si su pareja intercambiara e-mails subidos de tono con alguien, aunque que sea 1D?